Capítulo 325. Divertimento.

Cuando acabó el baile de máscaras
llegó la tempestad y el canto del delfín.
Fausto vendió su alma al clérigo
y Platón se encerró en el Jardín.
TS Eliot liberó el miedo que guardaba en un puño cerrado,
y en el hospicio Juana de Arco flirteaba con los quemados.
Blancanieves hace horas extra en el callejón,
ha bajado sus tarifas y ahora te hace un tres por dos.
Jack es presidente de la Unión
y las mujeres de Whitechapel cantan consignas al amor.
Las farolas de gas nublan el rumbo de Caronte,
Drake discute con Jolly Roger y Garfio se embarca polizonte.
En La Española el gato de Cheshire es terapeuta de ratones
mientras Long John Silver seduce a Jim Hawkins con mentiras y sermones.
Holden Caufield ha asaltado las bibliotecas,
Calibán es libre y Dickens vuela una cometa.
Holmes y Watson se emborrachan en cubierta
y Robinson, con delantal, abre un bar en la isla desierta.
Dylan canta ópera al atardecer,
Chesterton desde un roble recita poemas de Yeats.
Alicia frente al espejo se transforma en Mr. Hide,
el Dr. Jekyll lía tabaco en la tasca de Oscar Wilde.
Peter Pan busca clientes desde su esquina,
Frankenstein, de luto, se ha alistado en la marina.
Brigitte Bardot, Shakespeare y Dorian Grey,
desnudos junto a miles en la bahía
todos hacen el amor y se toman fotografías
mientras esperan la lluvia
y el vuelo de las hojas caídas.
El enterrador pasa el día libre en la taberna,
refugiado tras la barra Tolstoi busca intimidad,
los deshollinadores desenvainan sus gaitas
el circo ha llegado a la ciudad.

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