Capítulo 274. El retorno de Mick Halls.

Cuando Mick Halls descendió por la escalinata del "Caledonia" y puso pie en tierra, dejó su maleta a un lado, frotó sus manos, y mirando las grúas de los muelles de carga recordó los olores del puerto de su infancia. Aquellas máquinas le resultaron sorprendentemente amigables y acogedoras al viejo irlandés. Alzándose como monumentos al acero todopoderoso e indestructible, las esforzadas estructuras habían permanecido quince años en pie, inmutables y confiadas, esperándole. Quince años para regresar a New Gon City. Quince años deseando volver a donde todo había empezado.

Sorteando los charcos del suelo Mick Halls visitó los amarres y los varaderos de su juventud. Sintió de nuevo la quemazón del salitre y la brisa fría de la bahía. Recordó los poemas y los amores de entonces entre los versos del agua y el vuelo de las gaviotas. Suspiró nostalgia por las mareas perdidas y abrazó memorias de velas rotas y estelas de barcos antiguos a la deriva. Después, remontó el río bajo el sol de quien se sabe libre retornando. Con ese algo diferente y misterioso que traen los que regresan a casa después un largo viaje. Esa sabiduría oculta que propone complicidad en horas de conversación sobre placer y poesía...

Mick Halls dejó atrás una larga y magnífica historia que concluyó en aquellos almacenes carcomidos del puerto de New Gon City. Su nuevo relato comenzó cuando llegó a su apartamento del East Riverside Road  y me llamó por teléfono. "Alcalde, ¿me he perdido algo?"- dijo. "Al contrario Mick, pero serás tú el que tendrás que contarnos qué te encontraste en el camino"- le respondí. Mick hizo una pausa interminable pero contestó finalmente: "He visto otro mundo, Alcalde. He convivido con la creatividad, la plenitud, la búsqueda y la soledad. Encontré algunas preguntas nuevas y resolví viejas cuestiones. Me topé con lo humano, la belleza y la escritura. Pero, sobre todo, encontré lectura, Alcalde. Y he leído mucho. He leído para ser persona."


Comentarios