Capítulo 237. A propósito del cónclave

En 1860 el obispo de Oxford Samuel Wilberforce y el biólogo Thomas Henry Huxley se convirtieron en protagonistas en uno de los episodios mas referenciados de la historia de la ciencia. En un acalorado debate, Wilberforce haciendo gala de su magnífica dialéctica cargó contra las teorías evolucionistas y preguntó a Huxley, gran defensor del las ideas de Darwin, si era descendiente de los simios por parte de padre o de madre. Aunque los detalles del debate son en ocasiones contradictorios y no se conoce la respuesta textual de Huxley parece ser que respondió algo muy parecido a esto: "Si tuviera que elegir por antepasado, entre un pobre mono y un hombre magníficamente dotado por la naturaleza y de gran influencia, que utiliza sus dones para ridiculizar una discusión científica y para desacreditar a quienes buscaran humildemente la verdad, preferiría descender del mono." 

Este momento ha sido considerado por algunos autores y filósofos de la ciencia como el hito que marcó el inicio del cisma entre ciencia y religión (recordad que Galileo fue condenado a prisión domiciliaria no tanto por sus ideas científicas sino por motivos políticos y su público desdén y enfrentamiento con algunos sectores del clero). Desde entonces, se han dado ejemplos que han ahondado mas aún en la herida. Sin ir mas lejos, Stephen Hawking asegura que Juan Pablo II le pidió que no se preguntara sobre el origen del Universo puesto que es el origen de la Creación y eso es obra de Dios. Hawking bromeaba con aquella anécdota porque cuando el Papa le hizo esta insólita sugerencia ya había presentado a sus colegas científicos un modelo completo de origen del Universo.

Estos días se han reunido los altos mandos de la Iglesia Católica para elegir un nuevo Papa. Confieso que me resulta intrigante el proceso del cónclave porque se dan algunas paradojas interesantes. Para empezar, cualquier bautizado puede ser nombrado Papa pero a la elección sólo se presentan unos pocos señores vestidos de púrpura (?). Curiosamente los cardenales votan democráticamente mientras que en el resto de actividades oficiales de la Iglesia Católica los votos de los fieles brillan por su ausencia (??). Pero desde el punto de vista de alguien que trabaja en ciencia otra gran paradoja es, como decía Huxley, que los representantes oficiales de la búsqueda de la Verdad pongan tantas trabas a los que buscan las verdades naturales del Universo (???). Honestamente la razón no me da para responder a estas paradojas tan paradójicas. 

En un magnífico ejercicio de autocrítica y apertura mental el biólogo Stephen Jay Gould escribió en su ensayo titulado "¿El caballo se come al alfil?" que los científicos deberían aliarse con todos aquellos hombres que se cuestionan. Y apunta a los teólogos como aliados naturales (y no como enemigos) para resolver las grandes incógnitas de la humanidad. Ojalá los altos mandatarios de la Iglesia y sus seguidores tomaran nota de la reflexión de Jay Gould, pero me temo que si las visiones maniqueas permanecen en ambos bandos la lucha por responder a las grandes cuestiones de la humanidad será mucho mas dura aún. Como veis soy muy pesimista al respecto. 

Me repelen profundamente determinadas ideas y actitudes de la Iglesia Católica y algunos de sus fieles. Pero ayer, viendo la TV, escuchaba al díscolo teólogo Juan José Tamayo reflexionar sobre el nombramiento del nuevo Papa. Tamayo decía, refiriéndose a una posible renovación de la Iglesia Católica, que este cónclave es como la cita de la entrada del infierno de Dante. Ya sabéis: "Abandonad toda esperanza...". Entonces me acordé del ensayo de Stephen Jay Gould y pensé: "Vaya, este científico del sofá y ese teólogo rebelde de la TV están de acuerdo. Aunque sea en la visión negativa y pesimista de todo esto. Hay puntos en común. La batalla no debería ser entre científicos y religiosos sino entre los que se hacen preguntas y los dogmáticos. Gould tenía razón, los que cuestionan y se cuestionan están realmente en el mismo bando, independientemente de sus ideas religiosas."

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