Capítulo 61. A Foreign Land

Hace unos días me reencontré con algunos compañeros de colegio en una boda. Llevábamos mas de 10 años sin vernos y nos tocó compartir mesa en el banquete. Lógicamente se dió la clásica serie cronológica de acontecimientos:

  1. Inspección visual a distancia con la consiguiente evaluación interna, generalmente cruel, de los efectos del tiempo sobre el físico del sujeto.
  2. Tanteo inicial con conversación protocolaria intrascendente acompañada de cierta vergüenza compartida.
  3. Comprobación mutua de que aquel viejo amigo de la adolescencia con el que congeniabas sigue siendo el mismo y no se ha convertido en un dragón de siete cabezas a pesar de los años.
  4. Diálogo sobre temas de interés con tendencia a hablar de travesuras del pasado y a preguntar por personas de aquéllos tiempos.
  5. Elogio de los tiempos de juventud con nostalgia evidente y miradas cómplices.
  6. Intercambio de mails, teléfonos y abrazos sinceros al despedirnos.


Todo esto para llegar al mismo punto en el que estabas en plena adolescencia, es decir, el tipo que te caía bien sigue siendo majo, tenéis química y os lo seguís pasando bien juntos. Hora y media de suave tensión para evitar silencios y de dar lo mejor de ti como individuo sociable para conseguir sintonizar de nuevo con alguien ¡Qué cosas! Cuando uno tenía 15 años esta conexión se conseguía en 5 minutos escasos. Ya lo dijo L. P. Hartley: "El pasado es un lugar extranjero, allí las cosas se hacen de otra manera". Me apuesto lo que queráis a lo escribió después de una reunión con antiguos compañeros de colegio.


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